jueves, 29 de marzo de 2007

Alopecosa albofasciata



La familia Lycosidae fue establecida por Sundevall en 1833. Desde el principio, la pertenencia a esta familia se ha fundamentado en la afinidad morfológica y biológica con lo que coloquialmente llamamos “arañas lobo” (no es otro el significado del término “lycosa”); el calificativo se debe a los hábitos errantes y a sus modos de caza “a la carrera”, así como a la disposición ocular, el rasgo más sobresaliente de su facies externa.


Biología Los Lycosidae se encuentran en hábitats muy variados: desde las zonas de alta montaña, junto a los neveros y canchales, hasta los suelos arenosos del litoral, pasando por las zonas boscosas, las praderas herbáceas, las estepas áridas y las zonas riparias y encharcadas; siempre hay alguna especie adaptada a esas circunstancias, siendo muchas de ellas extremadamente tolerantes, lo que las convierte en especies cosmopolitas o de amplísima distribución. No utilizan la seda para la caza de sus presas, a las que capturan al acecho en el brocal de sus madrigueras (Lycosa, Donacosa) o bien a la carrera en el suelo del bosque o pradera que colonizan (muchas Pardosa y Alopecosa). Se han hecho algunos estudios sobre la conducta de estas arañas, por lo que se sabe que la seda (aunque no la utilicen para elaborar telas) juega un papel importante en los procesos reproductivos. En sus hilos se encuentran sustancias que actúan como feromonas sexuales, de modo que los machos pueden seguir el rastro de las hembras hasta localizarlas. Sigue una fase de cortejo considerablemente ritualizado, previo a la cópula propiamente dicha. Tras ella la hembra hace su puesta, depositando los huevos en una cubierta de seda, y posteriormente los envuelve y protege con nuevas capas. Concluida la elaboración del capullo, lenticular o esférico, la hembra lo sujeta a sus hileras, de modo que puede transportarlo colgado entre sus patas posteriores. Tras la eclosión, las pequeñas arañas abandonan el capullo y trepan al dorso materno, recubriendo su opistosoma de modo espectacular; en él permanecen hasta la segunda muda, tras la cual se inicia la dispersión y el crecimiento independiente hasta el estado imaginal. La mayoría de los Lycosidae son especies de ciclo anual, aunque en algunos casos pueden darse dos generaciones por año (primavera y otoño) y en otros los individuos necesitan de más de un ciclo para completar su desarrollo; en este último caso son la hembras las que pueden llegar a vivir dos o más años.

Sierra del Algarrobo.Cartagena.03/2007




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